El ojo morado de Gabo

Jimy comparte éste artículo, que escapa un poco a los posteos habituales pero vale la pena colgarlo, leánlo, es una anéctoda graciosa.

El ojo morado de Gabo

Rodrigo Moya, 75 años, lleva camisa roja y se toma una cerveza Modelo en la terraza de la cafetería Sanborn´s de la avenida Insurgentes, en el DF. Es uno de los fotógrafos más importantes de América Latina, a pesar de que solamente ejerció el oficio entre los años 1955 y 1967, lo que le bastó para tomar algunas imágenes que ya forman parte de la historia. Una de ellas, un encargo privado que jamás ha expuesto y que tuvo más de 30 años en el cajón: los retratos de Gabriel García Márquez en los que el colombiano luce un ojo morado.


Gabriel García Márquez, en 1976, posando sonriente con el ojo que le lesionó Mario Vargas Llosa
Rodrigo Moya


El 12 de febrero de 1976, en el preestreno de una película en Ciudad de México, Mario Vargas Llosa propinó un puñetazo a García Márquez que lo dejó tirado en el suelo, ante múltiples testigos. Dos días después, Gabo llamó a Moya:

- Flaco, voy a venir para tu casa,

¿vas a estar ahí? Quiero que me hagas unas fotos.

Cuando el colombiano se presentó, muy serio, en el número 57 de la calle Illinois, y se quitó las gafas de sol, dejó al descubierto un hematoma en el ojo izquierdo y una herida en la nariz. Moya le hizo las fotos, le entregó copias y guardó los negativos durante más de 30 años, hasta que publicó las imágenes en marzo del 2007 en el diario mexicano La Jornada.

El
fotógrafo recuerda que, aquel día, "Gabo hacía bromas sobre lo fuerte del golpe recibido: ´Mario pega duro... Me pilló por sorpresa´, decía". Él hizo su trabajo, como si todo aquello fuera normal, e incluso se permitió indicaciones al modelo: "Quería que apareciera sonriente, no tan serio como estaba".

¿Por qué cree que García Márquez quiso hacerse esa foto? "Para que quedara constancia de aquello, y yo era de confianza. No sé, digamos que tiene su narciso bien plantado", responde metafóricamente. Moya, claro, le preguntó por los motivos de la agresión y, aunque Gabo aludió inicialmente a las diferencias políticas entre ambos, su esposa, Mercedes Barcha, que le acompañaba, acabó confesándole: "Mario es un celoso estúpido".

En realidad, García Márquez era amigo de la madre de Moya, una colombiana que había convertido su casa en el DF, en los 60, "en un punto de encuentro de los colombianos de México, escritores, pintores..., porque la embajada de la dictadura no les era favorable". "De hecho, cuando le conocí ahí, me pareció arrogante". Hace muchos años que Moya no ve a García Márquez. Hombre sencillo, reacio a los arrumacos del poder, admite que "la amistad con Gabo establece jerarquías, es difícil ser soldado raso y estar hablando con él todo el día de sus encuentros con Clinton o la reina de Inglaterra". "No es mi naturaleza. Un día, saliendo de su casa, le dije a mi mujer: ´Ya no iremos más a donde los Gabos´. Pero no nos hemos peleado, todo ha sido natural".

Moya, además de fotógrafo, ha escrito narraciones, publicadas por Tusquets. Ahora, desde su retiro de Cuernavaca, cataloga su archivo y escribe ensayos culturales sobre la fotografía. "Esto ha cambiado mucho - comenta-,antes la fotografía no interesaba a las clases medias ilustradas, eras un don nadie. Pero hoy los fotógrafos son héroes y van por el mundo contando sus anécdotas".

En la edicion de noviembre del 2007 de la revista Dedomedio hay una pequeña nota sobre el hecho:

Golpe a Golpe
Un certero golpe de puño de Mario Vargas LLosa a Gabriel García Márquez legitimó el fracaso de una amistad. Nuestro eterno candidato al Nobel literario noqueó sin piedad al colombiano en la entrada de un teatro en Mexico. Segun las especulaciones de rigor, provenienes de amigos de los escritores, Gabo habria intentado cortejar a Patricia, esposa de Mario. El autor de Conversación en la Catedral se la había tenido jurada y cuando lo encotró, no dudo en aplicarle toda su furia. Cuentan que Vargas Llosa alcanzó a decir mientras estiraba el brazo: "Y además con lo feo que eres". La siguiente escena es un Gabo en el suelo y varios espectadores con la boca abierta. De este hecho solo quedó un souvenir: una foto de Gabo con un ojo morado.

1 comentarios:

Oe dijo...

Que buena historia. Y además, en esos años el gabo tenia mmuchas simpatías por la revolucion cubana, que a mario ya no le iban cuadrando.