Porfiiro
Mar
Nada me ocultres mar,
hoy cuando camino por el filo de tus aguas,
arrastrando mis pies, buscando la ternura.
Siénteme cuando respiro,
escucha mi voz entre tus voces y no me alejes.
Abrígame en tu piel cuando me acerco
a orillas de tu larga melodía.
Nada me ocultes mar,
hoy que navego como sombra sin destino,
hoy que quiero ser amado,
hoy que llevo una herida en el fondo de mi pecho,
hoy que la luz no alumbra de mi lado,
hoy que llamo a Dios como único consuelo;
recoge mis palabras y dispérsalas en otros mares,
mas no borres mi nombre de tus ojos.
Nada me ocultes lejano mar,
por este río silencioso y soliltario de mí.
No me traigas soledades
no me traigas más olvidos,
que olvidado va mi corazón
atravesando ciudades, puentes y suspiros.
Cansados tengo estos ojos,
de ver llegar una amada imaginaria
que un día inventé para no sentirme tan solo.
Nada me ocultes lejano mar,
cuando despierte mi cuerpo del dolor,
nada cuando vaya sin sueño a buscar una palabra,
una sola palabra para consolar mi alma y mi dolor.
Sobre mis hombros viajan dudas,
bajo mis pies crecen abismos
que debo evitar cuando camino.
No me olvides, lejano mar,
que hoy mojas mi cansado cuerpo.
Nada me ocultes extraño mar de mis sueños,
en este otro día que me encuentro contigo
sobre esta arena universal
que todo ser viviente mira
con ganas de ser feliz
y dejar las dudas enterradas en un pozo
más allá de los confínes de la tierra,
más allá donde no exista el dolor.
Que no haya secreto en tu mirada,
mañana cuando te pregunten por mí,
yo que viajando voy por esta ruta
cargando mi dolor y mi olvido.
Paris 8-9-2006